Todo el mundo dice que soy un tipo duro.
¿Cejas afeitadas?
Absolutamente.
¿Uñas súper largas?
Los adoro.
Pero en el fondo, sólo soy la niña de mamá.
Ella sonríe cuando le doy un bocado a la pasta mientras cocinamos juntos,
compartiendo historias sobre el chisporroteo de los tomates y el baile de las bayas en la mesa de nuestra cocina: las joyas brillan entre los platos como pequeños tesoros.
Mamá, mi máxima confidente, suaviza mis nervios y me mantiene con los pies en la tierra. Gracias a ella, incluso una galleta dura como yo puede sentirse un poco más tierna, un poco más relajada.
Hoy quiero sorprenderla con esta caja secreta.
¿Entonces adivina qué? ¡Ella ya sabe lo que contiene!
"¡Usemos collares a juego!"